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Por favor, use este identificador para citar o enlazar este ítem: http://hdl.handle.net/10872/22794

Título : Gonzalo Castellanos Yumar. Opera Omnia para Piano
Autor : Palacios, Mariantonia
Palabras clave : Música
Piano
Compositor venezolano
Fondo Editorial de Humanidades y Educación
Escuela de Santa Capilla
Música venezolana
Herencia dinámica
Pedagogo
Director de orquesta
Orquesta Sinfónica Venezuela
Producción pianística
Composiciones
Fecha de publicación : 2019
Editorial : Fondo Editorial de Humanidades y Educación UCV
Resumen : El maestro Gonzalo Castellanos Yumar es uno de los compositores venezolanos más relevantes del siglo XX. Nació en Canoabo, estado Carabobo, el 03 de junio de 1926. Forma parte de una familia de músicos destacados: su padre, don Pablo Castellanos Almenar, fue compositor, organista y maestro de capilla de la Catedral de Caracas; su hermano Evencio fue un importante compositor adscrito a la estética nacionalista, virtuoso pianista, organista y maestro de capilla de la Catedral de Caracas, director de la Escuela de Música José Ángel Lamas, director del Orfeón Universitario, y colaborador muy cercano del maestro Vicente Emilio Sojo; su sobrino, Pablo Castellanos Rivas, maestro de organistas y destacado director de orquesta. Gonzalo comienza estudios musicales a muy temprana edad con su padre Pablo, quien lo inició en el órgano y en la disciplina que más tarde sería norma y razón de su vida artística, logrando una sólida formación que le permitió el ingreso a la Escuela de Música y Declamación (hoy escuela de Música José Ángel Lamas) con apenas 14 años. Allí estudió composición bajo la tutela de Vicente Emilio Sojo, y música sacra con Juan Bautista Plaza. Obtuvo el título de Maestro Compositor en 1947 junto a Carlos Figueredo y Antonio Lauro, en la cuarta promoción de egresados de esa cátedra. Tenía entonces veinte años, siendo el alumno más joven en culminar los estudios de composición en esa escuela. Con su obra de grado, la Suite sinfónica caraqueña, obtuvo el Premio Nacional de Música. A partir de entonces, Castellanos alcanza una serie de premios y reconocimientos nacionales e internacionales por sus composiciones. Entre ellos destacan el Premio al Mejor Concierto del Año (1955) en el Festival Reina Elizabeth de Bélgica por su obra Antelación e imitación fugaz, interpretada el 17 de junio de ese año por la orquesta de la Radio Nacional Belga dirigida por el maestro Desiré Defauw; el Premio Disco del Mes y nominación a la mejor grabación de la revista Gramophone (1984) por la versión de su Concierto para violín a cargo de Maurice Hasson y la Orquesta Sinfónica de Londres bajo su dirección; el Premio Nacional de Música (1990) por su meritoria trayectoria como artista creador; y el Doctorado Honoris Causa (2002) que la Universidad Central de Venezuela le otorgó como reconocimiento a sus aportes en el desarrollo de la música y la cultura en Venezuela. A Gonzalo Castellanos se le ha considerado siempre como miembro de la llamada Escuela Nacionalista Venezolana o Escuela de Santa Capilla, movimiento compositivo que se desarrolló durante la primera mitad del siglo XX con Vicente Emilio Sojo a la cabeza, cuya estética se caracteriza por la valorización y utilización de los elementos autóctonos venezolanos en la música. Pero si bien es cierto que Castellanos estudió con el maestro Sojo, el tratamiento de los elementos tradicionales y folklóricos en su música no concuerda del todo con los postulados de ese movimiento. Nunca consideró el nacionalismo como un fin en sí mismo, es decir, nunca utilizó intencionalmente elementos en sus obras con el propósito de hacerlas reconocibles como venezolanas. Para Gonzalo Castellanos, su música es venezolana simplemente porque él es venezolano. Por eso, y a pesar de su profundo compromiso con las posturas asumidas por Sojo y sus discípulos, su inclusión dentro del grupo de los compositores nacionalistas se debe más a razones cronológicas que propiamente musicales: “Me encanta cuando he hecho alguna cosa y me dicen: ‘¡pero que venezolano es eso!’ y eso es una cosa que no me he propuesto yo.” (Astor, 2002: 231). En todo caso, lo que a Castellanos le interesó resaltar de la música local fue lo que denominó “la herencia dinámica”: Es decir, el pasado por venir. Genes de la memoria nos hacen recordar situaciones no vividas, sentir emociones ante paisajes sin saber por qué, creer conocer personas y circunstancias nunca vistas con anterioridad… Es decir que todos tenemos una memoria de cosas que nos vienen de atrás y de las cuales nosotros no podemos desligarnos porque volvemos a parar en ellas de alguna forma. (Astor, 2002: 231) Además de su carrera como compositor, Gonzalo Castellanos desarrolló una fecunda actividad pedagógica impartiendo clases en la Escuela de Música “Juan Manuel Olivares” (1946-1948), en la Escuela Normal de Maestros “Miguel Antonio Caro” (1948-1952), y en la Fundación Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela (1980-1985). Además, se desempeñó por muchos años como organista y maestro de capilla en la iglesia parroquial de San José de Caracas y dirigió varios coros de planteles educativos. Paralelamente a sus facetas de compositor y pedagogo, es en su trabajo como director de orquesta en el que Castellanos invirtió la mayor cantidad de su tiempo y energía. Estudió dirección en Europa entre 1959 y 1963 con el insigne director rumano Sergio Celibidache en la Academia Chigiana de Siena. De vuelta en Venezuela, Castellanos asume la dirección de la Escuela de Música Juan Manuel Olivares, cargo que ejerce hasta 1968; en 1964 funda el Collegium Musicum de Caracas. Ese mismo año comienza a dirigir el coro de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), cargo que ejerce hasta 1972. En 1966 es nombrado Director Titular de la Orquesta Sinfónica Venezuela, cargo que desempeñó intensamente durante doce años. En 1969, y con la intención de consolidar una masa coral estable que permitiera el montaje de obras sinfónico-corales, funda y dirige la Coral Filarmónica de Caracas. Después de su retiro de la dirección de la Orquesta Sinfónica Venezuela en 1978, Castellanos desarrolló varios interesantes proyectos, siempre con la idea de rescatar y difundir la música venezolana. Es el caso de la fundación en 1978 de la Asociación sin fines de lucro “Vicente Emilio Sojo” de la cual fue director artístico, y la selección y revisión crítica de la notable colección de partituras y discos Antología de la Música Coral de Venezuela, editada por la Fundación de Trabajadores de Lagoven como parte del proyecto “Desarrollo y difusión de la música coral en Venezuela”.
URI : http://hdl.handle.net/10872/22794
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